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Juventud, ¿Divino tesoro?

  • Foto del escritor: Leyre Laborda Arellano
    Leyre Laborda Arellano
  • 5 nov 2016
  • 4 Min. de lectura

Según la Wikipedia, la juventud es la quinta etapa del desarrollo humano y viene después de la adolescencia o pubertad y precede a la adultez. Como normal general indica que su inicio se establece a los 19 años y se extiende hasta los 25 años de edad. Así que amigos, ya nos podemos dar prisa porque sólo nos quedan 4 añitos para disfrutar de este tesoro y 3 de ellos los vamos a tener que invertir en la carrera. Llamarme rara pero exámenes y muchos muchos trabajos no entrar en mi concepto de “divino tesoro”. Y si es así, ¿qué es lo que se nos va a venir encima madre mía?



Se dice que es ahora cuando podemos echar la vista atrás y reírnos de esos fracasos sentimentales que, a pesar de lo que sufrimos en su momento, no habían sido para tanto, ya que es ahora cuando comenzamos a entender lo que realmente es el amor y lo necesario que es en nuestras vidas. Dejamos de pensar en nuestro idílico príncipe azul para aceptar que no existe el “alguien” perfecto y que quien nos gusta tiene defectos sí, pero a ver quien se atreve a decir que nos son realmente encantadores. Se dice que es una etapa de reflexión, de cuestionarnos quienes somos y hacia donde vamos, una etapa de mejora.



Pero venga, ahora en serio. Cuando hablamos de la juventud, concretamente la de hoy en día, ¿qué os viene a la cabeza?



Para mí, la juventud es una etapa para valientes pero por la que lamentablemente, pasamos siendo unos hipócritas. Una etapa donde te das cuenta de que no todo es como te lo decían, que en el mundo las cosas no funcionan tan bien como deberían y que las realidades duelen. Que muchos de los graves problemas que asolan el mundo se solucionarían si se dejara de destinar tanto dinero en las guerras y un poco más a la humanidad, pero que eso no va a pasar. Porque vivimos en un mundo de intereses donde nos peleamos para ver quien es más fuerte, olvidándonos de las personas que nos llevamos por delante.


Ser joven implica ser valiente sí, porque nos tenemos que enfrentar a un futuro incierto. La sociedad está cambiando y creo que cada vez está más perdida. Las modas nos llevan a ser una masa común, nos hacen ser clones, donde desde pequeños perdemos nuestra identidad, para ser parte de algo, para no estar solos, para ser aceptado. Y el problema ya no es que perdamos nuestra identidad y que veamos como una obligación social llevar una mochila de Roxy o fumar cuanto antes para poder ser guay y no ser el rarito o el diferente, lo peor de todo es que somos nosotros los que excluimos a los demás por ser diferentes. Y ya no hablo de cuando teníamos 12 años, hablo del ahora, donde lamentablemente tenemos que seguir viendo cosas así. Me indigna mucho que desde pequeños nos digan que debemos ser amables, que debemos compartir y no robar. Sin embargo, ¿quién nos sirve de ejemplo?



Tenemos políticos corruptos, drogadictos o traficantes, terroristas, que lejos de ser solo eso, también son padres y madres, son abuelos y abuelas que están criando niños inocentes. Si la familia es algo determinante en la vida de una persona, donde los niños toman como ejemplo a seguir a sus padres, ¿qué clase de valores están recibiendo? ¿Qué clase de sociedad están propiciando? Tenemos que leer noticias como la de un robo en un centro solidario que había recaudado comida y medicamentos para los más necesitados. ¿Qué está pasando? ¿Es esta la sociedad que queremos para nosotros y nuestros hijos? Porque más allá de la frustración que se puede leer en las redes sociales, la implicación social por parte de los jóvenes es inexistente. En tiempos de nuestros padres los jóvenes salían a la calle, protestaban contra aquello que no creían y defendían sus opiniones, ¿habéis estado en muchas manifestaciones juveniles?. Creo que nos quejamos de muchas cosas pero antes que intentar solucionarlas, echamos la vista a un lado.



Hablamos del hambre en el mundo como algo lejano, cuando aquí en nuestra propia ciudad muchas familias se han quedado en la calle y somos nosotros los que dejamos comida en el plato pensando que bueno, por un poco no pasa nada. Y ya no es ese poco, creo que el problema de nuestra juventud es la falta de implicación, creemos que ayudar es darle a me gusta en Facebook a un cartel del banco de alimentos o del comedor social París 365, cuando está en nuestra mano, dejar el móvil e ir a ayudar a un comedor social a hacer compañía a aquellas personas que lo estén pasando mal. Porque está en nuestra mano el cambio y a veces nos puede más la pereza que nuestra implicación en algo. Porque la atracción por las tecnologías nos está llevando a un mundo virtual del que muchos no van a poder salir. ¿Qué pensáis? ¿Estáis abiertos al cambio? Yo sí.

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